EN VALPARAÍSO
SIMIENTE CREATIVA
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Texto y Fotografía: Sacha Sinkovich
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Dominando la bahía, en el borde de la meseta del cerro Panteón, se ubica un nuevo espacio de trabajo y eventos en la ciudad. Es un proyecto que toma posesión de una construcción antigua, originalmente la casa del cónsul danés en Valparaíso (inicios del siglo XX), y la reconfigura para un nuevo uso, sin perder de vista la sucesión de niveles que recogen la pendiente dentro de la construcción y que también se producen por sobre la ladera del cerro pero como terrazas. Un módulo anexo se desmarca del edificio principal, generando el contrapunto y potenciando el volumen madre. Éste, también de tres niveles, se hunde más en el suelo, respetando la altura del cuerpo mayor.
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Como coronamiento de borde, no tiene la característica habitabilidad de terrazas en la quinta fachada (los techos), sino que promueve una mansarda dominante y de gran altura, que recoge la luminosidad por grandes ventanales verticales, pero también consolida ventanales alargados para dominar vistas hacia el horizonte.
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La historia de la casona, y su precariedad en el tiempo, debido a incendios y el simple abandono (cual ejemplo de Valparaíso) queda reflejada en la construcción que se dejó a la vista. Suerte de inspiración creativa y declaración de principios, donde el tiempo es la evidencia de las huellas sobre la creación, es decir, lo permanente no existe. Es el contraste de lo nuevo con lo antiguo.
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Para lograr el equilibrio, del encuentro del pasado con lo nuevo, se interviene como una dicotomía, tanto del material como de la figura. En lo antiguo también había que completar, por lo tanto se reincorporó material para la estructura perdida, obteniéndose de demoliciones, donde vigas de madera, y piezas de acero con remaches, dan nuevos aires a la vetusta construcción.
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Luego viene el aporte de lo nuevo, por oposición, donde destaca un blanco inmaculado en cielos y paredes. Sin embargo aparecen con la delicadeza de separarse de la estructura antigua. Se generan aires, fisuras y canterías que permiten siempre poder mirar al pasado. En lo exteriores se identifica con los nuevos marcos de ventanas o la distancia de una nueva terraza con suelo abierto y calado. Esto es una declaración de respeto y a la vez de modestia, ya que no pretende imponer. Se sabe que estamos en vías de descubrir algo, un método, y en eso hay grandes vetas de lo que muchos quisiéramos aprehender como madurez.
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Sin embargo no se diseña sólo por oposición, sino que también en lo nuevo hay un material que destaca por el resto (acero corten), con una imagen de desgaste, pero estable para el futuro. En ello, y quizás sin proponérselo, también está una parte del manifiesto.
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Desde otro punto de vista, el concepto de “fábrica de ideas”, en un mundo creativo, queda evidente, diseñándose un lugar para compartir ideas, transparente detrás de la fachada. Así una vez cruzado el umbral los pensamientos y propuestas de todos parecieran mezclarse en un gran espacio. Para lograr la comunicación entre los niveles, también se generó un vacío como “lucarna” que cruza todo el proyecto y se muestra en los corredores de circulación. Es otra forma de mirar por la historia del edificio y de lo vigente.
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A esta simiente creativa, hay que tenerle respeto, ya que están apostando por la re-germinación, y además están marcando los parámetros de aquello por venir. Quienes habitan y trabajan en este lugar están leyendo el futuro de la ciudad y de la cultura porteña, y proponiendo su resurgimiento en consciencia. Habrá que volver en unos años más, y estoy seguro de que será para verlos como un árbol ya crecido, y con frutos para la ciudad entera. En su declaración de principios está la toma de la fortaleza del pasado y su proyección hacia el futuro.